Por más que la dicha cambie, por más que todo se quede en un cuarto, por más que leemos y leemos siempre lo mismo...
Hay alguien disculpándonos todo el tiempo que nos hace revivir la travesura de las dichas de la infamia.
Hay alguien que sucumbe perdido, perdiéndose, perdiéndonos,
perforándonos el oído y el odio con travesuras de las dichas de la
infamia.
No alteremos el alter-ego.
No pensemos en lo pausado de antemano en la dicha de un truco. NO
cambiemos lo que somos por un puto partido de futbol. No intentemos el
amor en lo estancado.
No reservemos el pecado por la traición de no querernos más allá de lo que eramos en un final principiado.
No somos un patido infantil de futbol. Somos más que un Coca.
Somos más que la muerte que está en cada vaso austero por la
hipocondría de querernos a salvo de los demás, haciendo que la nada se
aparezca en los duelos in-fraganti, haciendo que muramos.
In-fraganti seré un peso pesado y volaré sin alas.
Heterosexualidades de la infamia.
Hetero-linfo-mentiras, hetero pesos de la gradación. NO alteremos el
alter-cado. Que el alter-ego nos espera a la vuelta de cada esquina para
darnos una trompeteada. El alter-ego, el que es Messe, el que es
Ravirola. El que es el ser o no ser de Sartre, y CAMBIEMOS de canal. NO
vale la pena el llanto. NO vale que amanezcamos con los ojos pegados de
futbol. Heteroseanimosidades.
Todo sea ante la nada. La nada de un
vaso de Fernet. De una calvicie estancada en el brillo del Technicolor.
QUe sonríe a los televidentes posteriores, de la todo, de el nada.
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